domingo, 1 de julio de 2012

Religión o no.

        Un ateo afirma que nacimos ateos, también se pregunta ¿por qué no nos quedamos así? Entonces yo respondí:

             También nacemos sin hablar, sin saber el significado de las cosas, nacemos sin saber. Nacemos en cero. Pero todo lo que sabes o no ahorita, lo has aprendido, porque todo se aprende, así que la religión es no más algo que también se enseña, al igual que te enseñan que está bien o que está mal, que significa una palabra, o como sumar. Eso sí, nosotros decimos que hacer con lo aprendido, si quedarnos con lo que ya tenemos o si decidimos aprender más, explorar. Nos damos cuenta que hay muchas más cosas de las ya hemos aprendido. Que nunca es suficiente, siempre hay más. Obviamente la religión es solo algo que eligieron esas personas que decidieron quedarse con lo que tienen, con esas que no les importa aprender más, o investigar por miedo a ver lo que no quieren ver; la realidad. Pero eso sí, el alma y el espíritu no es algo cuestionable, y está muy separada a toda religión, tampoco es cuestión de creencias, existe, porque se siente, y está comprobado. Se tiene que tener conciencia del alma, como la conciencia que se tiene para todo lo demás, porque simplemente está.

lunes, 7 de mayo de 2012

Cambio de luces.


Me he interesado rotundamente en los hombres que nunca se han acostado con una puta, es que hay que ver que la gente es bien estúpida.


Había cambiado a verde, tenía que partir
    Era un lunes por la mañana como cualquier otro para un ajetreado hombre de negocios. Era él un hombre alto, de cabello negro y anteojos de color negro. Tenía esposa y dos hijas adolescentes. Era completamente entregado a su familia y estaba muy feliz de esa manera.
Iba más somnoliento que nunca esa mañana. Al llegar a la oficina se postró en su silla a leer sus deberes, un montón de hojas en las que sólo veía un montón de líneas llenas de monotonía. Estaba tan fastidiado que de un manotazo tiró todos los papeles que había en el escritorio, encendió la computadora solo para ver a su familia como siempre ahí, en el protector de pantalla. Se levantó de aquella silla y se inclinó a mirar por su ventana, estaba en un décimo piso, la gente se veía como hormiguitas, los autos pasaban a gran velocidad y él seguía ahí consumido por el trabajo. De pronto una pequeña figura posada al lado del semáforo, (no podía distinguirla bien pero llamaba su atención). Volvió a sentarse en aquella silla a escribir, a imaginar lo que podía ser aquella mujer rubia que se posaba en la calle. La imaginaba entrando a su oficina con aquella mini falda y montándola como potra sobre su escritorio, domándola. << Tengo que volver a los papeles, a los papeles >>
Al culminar su trabajo apagó su computadora y ordenó el escritorio, bajó por el ascensor y tomó vía con su carro, cuando de repente se topó con un semáforo. Y ahí estaba parada aquella mujer que hace un rato había visto, de largas piernas, buen trasero y grandes bustos, << muy grandes si se le permite decir>>. Él la veía con recelo mientras ella mordía sus labios y coqueteaba con todos los que pasaban por el lugar.
Dejó pasar a unos carros y espero que el semáforo volviera a rojo, y cuando al fin estuvo frente a ella, se quedó mirándola desde su auto, su mirada estaba completamente perdida en el cuerpo de esta mujer. Ella se agachó como si fuese a recoger alguna cosa. Su falda se subía mostrando el comienzo de sus grandes nalgas y él no dejaba de mirar hipnotizado. << Eres uno de los más guapos que he visto por aquí, debes coger como ninguno y te aseguro, que yo cojo como ninguna >>. El sueño se rompió por el sonido de las bocinas que le avisaban que hacía rato que el semáforo había cambiado a verde; tenía que partir.


Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frente...
 Ella ese día no se sentía lo muy puta como para afeitarse las piernas, así que se las afeitó igual. Tomó su labial rojo sangre y se lo aplicó, primero en el labio inferior  (le gusta comenzar desde abajo) y luego apretó los dos labios regándose el color. Tomó una falda negra que le habían regalado hace tiempo cuando era actriz para un obra de teatro donde interpretaba a una puta (Al parecer se sintió muy cómoda con el papel),  se la puso, no pudo quitarse los ojos de encima, no  creía lo sexy que se veía “Quién podría rechazarme” decía. Quién podría rechazarla.
Cada vez que el color rojo se colocaba, su corazón se aceleraba como quien nunca ha visto a un humano salir de la alcantarilla, se prepara con su mejor cara y prende un cigarro, al lado del semáforo los clientes llegan con más facilidad. Los hombres en los carros no tardaban en ofrecerse, pero a ella ninguno le gustaba, ella quería ser la puta de alguien que nunca ha pensando en acostarse con una, le parece que es como quitar una virginidad o que le están pagando para que se los viole. Los hombres le lanzaban propina a pesar de que no les hiciera nada, el hecho de solo verla, ya los hacía eyacular. Se mete el dinero entre los senos y los calienta, o los asfixia. Nunca hay nada inusual en ese semáforo, no hay hombres que la hagan mujer, miradas que la vuelvan ciega, ni besos que la despierten. Siempre estuvo demasiado cerca, con una distancia de por medio.
                En un momento de coqueteo y pequeños dedeos, su instinto la hizo parar y ver hacia atrás, a los carros de allá, los que esperan a que el color cambie un poco más lejos. El hombre a quién veía la hacía humedecer mucho, se veía sano, bueno, entregado a su familia “Perfecto, al fin una familia a quien destruir” pensaba. El semáforo cambió y ningún carro quería avanzar, la puta estaba haciendo un show, de esos que no se pueden hacer. Un carro no hizo caso al semáforo, a pesar de estar en verde, se puso de primero, al lado de ella, apartando su lugar, mirándola. La puta notó que el hombre era el mismo que el de atrás, se mojó, se enrojeció y aprovechó su nerviosismo para lanzar disimuladamente una moneda, ella podría agacharse y mostrarle al hombre porqué es tan rico acostarse con una puta. << Eres la mujer más bella que he visto, espero tener la oportunidad de lanzarte en mi capote y hacert… >> Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frente. 


Había cambiado a verde, tenía que partir: Wilson
Así no me gusta le dijo, y él se volvió al frenteValery

viernes, 16 de marzo de 2012

Estanque a lo lejos.


            A lo lejos,  en el cantar de la eternidad se oye  viniendo un zumbido tormentoso bajando de la oscuridad, una indeleble voz vestida de plata con  un cepillo de madera refiriéndose a un tronco que daba vueltas sin parar, espantando su sombra circular.

     La lunilla albina siempre cepillaba sus canas, otras veces del celaje como columpio se guindaba. Le gustaba alimentarse del sosiego de la noche, los pájaros parecían tan callados, solo estaban en su nidal acurrucados. Había un sonido que a ella siempre lograba impacientar, nunca lograba ubicarlo, como si de un fantasma se tratase. Se divertía cuando una serpiente se enrollaba en el cuello de una liebre. Todo era perfecto y memorable, las luciérnagas alumbraban como faros, espumantes remolinos dejaban los cisnes al nadar  - ¡Qué traje tan fenomenal se pone la naturaleza! – Refiriéndose así a la noche resguardando la pradera, aunque las luces se apagasen todo seguía brillando. Los arboles no eran la excepción en la belleza de aquel paisaje, todos con un sublime ordenamiento alborotado, en filas, columnas, círculos ¡Geometría en todos lados! Ella conocía su bosque de arriba abajo, siempre había sido su favorito en todos los siglos que llevaba de astro. Como todos en la vida, nunca vemos más allá de lo que está a simple vista, Lunilla no era la excepción. 
     
     Esta era una noche tormentosa, las nubes que estaban a sus pies tapaban por completo el espectacular bosque, desde su alto taburete escuchaba como los truenos penetraban el viento, el sonido anclaba temblores, como si del fin del mundo se hablase. Al pasar de las horas Lunilla se saco las estrellas que se había introducido en los oídos para evitar el sonido, Lunilla tiene unos sensibles sentidos, ya se había despejado su vista - ¡Pero por Dios, se ha derrumbado! – Para deshonra de todos, se trataba nada más y nada menos que del árbol más viejo y grande de todo el lugar, él les daba sombra en el día, evadía de alguna forma los poderosos rayos del sol, y los hacía más sutiles y agradables. Qué pena, qué tristeza. La noche no terminó en la caída del pobre, más sorpresas sucumbieron en el área, justo detrás de ese tronco, justo detrás de su lomo había algo que no parecía encajar, algo que no había visto y algo que podría responder sus preguntas de donde provenía aquel extraño sonido que siempre la lograba extasiar. Había pasado por desapercibido lo que podría llamarse el centro de atención del bosque ¿Cómo habría dejado pasar por alto tan grande espacio? ¿Dónde vigilaba mi espalda al menguar?  Me perdí  en la inmensidad de los árboles, no te había visto, tragaste hasta el néctar del pasto. Las estrellas se miraron sin parar en el espejo de la eternidad, las hojas secas navegantes se ocultaban en la orilla con cada suspirar. La dulce brisa que se brindan los arbustos velaba un edén sin estrenar. ¿Recibirás mi firmamento en cambio de tu espejo? Y allí estaba una enorme laguna, se extendía por todo el área, charcos, cascadas, deleitable agua que salpicaba sus rocas desnudando al árbol tropezado bajo ellas.  ¡Era un paraíso!

     Una cascada hacía juego con el lugar. Unos castores habían construido su hogar ya en la extremidad, el agua era cristalina como una lágrima cóncava, había rocas de todos tamaños y colores, unas grandes como montañas, otras como grumos de plastilina. Al parecer era la principal fuente de vida en el bosque, allí se reunían todos para tomar un sorbo de agua, una gota de vida. Habían también pecesillos de distintos colores; dorados, azules, verdes, rojos y otros que los poseían todos, asomados en conjunto, viendo la superficie. Lunilla no era la única impactada, todos los animales habían vivido las noches con una oscuridad más negra que la normal, el árbol que acababa de derrumbarse hacía sombra en todo el lugar. Así que parecía un milagro estar iluminados, todos encandilados se quedaron viendo hacía el cielo. Lunilla se froto los ojos que al parecer duraron mucho tiempo enmudecidos, toda su vida se había dedicado solo a aquel espacio, a admirarlo y criticar ¿Es posible que lo más hermoso se lo haya perdido? Sí, así lo hizo hasta esa noche. Miraba el bosque como un lugar bonito pero normal, y esa noche hizo mejorar más sus pensamientos al bosque, a cuestionarse de su buen ojo, sin notar la verdadera belleza que estaba oculta por un envidioso pedazo de tronco que amortiguaba el calor de día y congelaba la noche. Tristes ojos inocuos, que solo valoran al ver la flor y no desde el día que se planto la semilla.


Gracias por sumergirte en este gran estanque conmigo querido @Diegodevoz.

domingo, 11 de marzo de 2012

Ser de piedra no es tan malo.


Ser de piedra no es tan malo, pensaba la gárgola en su aposento  mientras vigilaba la noche. Con las articulaciones entumecidas aun podía estirar la sonrisa, aunque la misma mueca siempre poseía. Hay muchos pájaros en vuestro lomo de cartón se decía así misma envidiante de su perfecto vuelo desplumado, con el que a primera vista todo parecía mentira. -¿Es posible que tal criatura con tan pequeño esqueleto logre un vuelo tan extenso? – Se decía con las garras entrelazadas,  y qué de sus patas, podían palpar el suelo, mientras que ella allí sentada no podía sentir nada más que las polvorosas ventiscas y escuchar sus propios crujidos por el longevo cemento. También observaba todo desde lo más alto, en contra picada, mientras cada persona pasaba por las calles. Siempre ojeaba el balanceo de las caderas de las mujeres esbeltas que pasaban por la iglesia, no había nada más perfecto que unas piernas largas y sin cemento, esas mujeres enjaulaban cada mirada que a su lado pasaban. Y la gárgola, virgen de miradas, pubescente de admiración, se sentía ignorada, quebrada y con unas grietas en la espalda. - Qué hecho tan irreversible es estar aquí como una piedra enclavada a esta tapia. – Lo decía, sin mármol en la lengua. Escuchando cada uno de sus pensamientos, que eran entrecortados por las bocinas de los autos de la gran ciudad, y el tic tac del reloj que marcaba la hora exacta con su saeta oxidada, que al marcar el paso rechinaban por falta de aceite; olvidadas como ella, la vieja gárgola. Qué irónico que muchos quieran estar en lo más alto, mientras yo aquí deseando estar allá caminando entre todos ellos. Haciendo más grietas en el piso con mi taconeo.
            “Algún día de este retén saldré, en el medio del sol y el viento estaré, pescaré estrellas con las esquinas de mis alas, acunaré el cielo en mis entrañas. Puede que me pare en un árbol a ver unos pichones nacer, o tal vez me vaya a un arroyo y comer atún o pez. Iré a una playa con mi mejor cara de mujer honrada, luciré mi cuerpo que por más de un siglo no hizo más que recibir lluvia y truenos. Estiraré mis pies de alma cóncava y ellos correrán, hasta desbordar mis nalgas con arena. ¿Me haré un tatuaje? ¿Iré al mercado? ¿Oleré flores?” Pobre gárgola, de tantos sueños se alumbraba, pero su triste realidad no cambiará. Seguirá adherida a la plancha de esa iglesia maligna, viendo siglo tras siglo otros correr y vivir, pobre gárgola, cual envergadura de azufre nunca podrá mostrar. 


 Escrito por dos gárgolas de risa hundida, espíritu esponjoso y fulgor tembloroso. Amiga mía, querida Emmy, MisIronias. 

lunes, 6 de febrero de 2012

Se hace más.

Por aquí se exprimirá mi cerebro, sus pasillos se inundarán, absorberán todo cual paño de montaña, donde un espíritu descalzo patina en el tenedor, con el que come la golondrina de sulfuro.

Se hace agua más la boca del que no come que del que silva.
Se hace más boca el que no come que el que silva con agua.
Se hace más plato el que se lanza de clavado que el que aterriza en las cejas de un anciano.
Se hace más cerrojo el que nunca tuvo la llave que el que abre con la lengua del zapato.
Se hace más invierno el que se derrite en unas piernas que el que se congela por unas tetas.
Se hace más pestaña el que viaja por el impulso de un viento sin papel que el que mira.
Se hace más niña el que saca pecho endurecido y dientes postizos que el que sufre por amor.
Se hace más lágrima el que toma su navío y se desliza por la corriente que el que llora por dentro para verse fuerte.
Se hace más corchea el que toma su trampolín y brinca por el pentagrama que el que toca con el alma cerrada.
Se hace más vino el que bebe con la conciencia impresa que el que da de tomar para abrir piernas.
Se hace más cosmos el que con los dedos vuela que el que con la brisa navega.
Se hace más rodilla el que con el libro tropieza que el que se agacha para recibir monedas.
Se hace más silencio el que grita con los ojos que el que calla a la fuerza.
Se hace más despedida quien se despide para volver que el que se va por cobardía.


   Se hace más poeta el que frasea con la risa del arpa que el que tararea con la brisa de unas alas sin péndola.